lunes, 30 de septiembre de 2013

Y tú, ¿eres imparcial?

     A mediados de agosto salía una noticia en la que se decía que tres de cada cuatro expertos  que elaboran las guías terapéuticas, tienen intereses en la industria farmacéutica. Esto, a primera vista, puede resultar llamativo ya que se puede pensar que sus opiniones se encuentran bastante sesgadas. Mantener la imparcialidad es muy difícil, lo vemos todos los días en todas las noticias. Siempre hay intereses que hacen que nuestro trabajo se dirija en una u otra dirección. Tanto a nivel político, como a nivel económico, o incluso a nivel judicial. Los intereses siempre están ahí y quitarlos es una tarea muy ardua.


Sin embargo, cuando se trata de temas tan delicados como es la salud, esta situación chirría y mucho. Con la salud no se juega, como ya tantas veces se ha dicho. A nadie le gusta estar enfermo y quiere curarse lo antes posible. Para eso necesita un buen tratamiento, el mejor medicamento. La persona acude a un sitio de confianza, a una consulta médica donde hay un profesional que vela por su salud. Deposita en él todos sus miedos e inseguridades. Y espera recibir una buena atención. El médico valora la situación del paciente y prescribe el medicamento que cree más adecuado para él. Para ello se sirve de una serie de guías terapéuticas que le van guiando hasta llegar a ese medicamento. El médico deposita sus miedos e inseguridades en esas guías. Busca la información y así se la hace llegar al paciente. Cree fielmente que le está dando el mejor tratamiento posible.

Pero cuando leemos este tipo de noticias, ya nos entran los miedos. No son guías imparciales, tienen intereses ocultos. El médico duda, y el paciente lo nota. Los miedos e inseguridades vuelven a florecer. Ya no estamos tan seguros de lo que estamos haciendo. Y eso es malo, eso hace que se tambaleen los cimientos de la confianza que depositamos en esos llamados expertos.

Tras leer esta notica, me vino a la mente un libro que leí hace tiempo y que trata precisamente de este tema. De cómo puede llegar a funcionar cierto sector de la industria farmacéutica (como siempre digo, generalizar no es bueno, y no podemos meter a todos en el mismo saco). El libro se llama K.O.L., escrito por Federico Relimpio, un gran compañero al que tengo el placer de conocer (al menos virtualmente). Os recomiendo su lectura, al menos a mí me dio que pensar.

tontosantajusta.blogspot.com
Y repito, ser imparcial es muy duro pero hay temas en los que debemos intentar serlo. Con la salud no se juega.


2 comentarios:

  1. Cuestión complicada pero fácil. Las guías de práctica clínica se pueden realizar de dos modos, con una sistemática bien marcada o contando con la opinión de expertos. El primer método es más fiable, más imparcial, pero muchísimo más caro que reunir a un grupo de "expertos" y que escriban una guía de práctica clínica. Aquí viene el problema: cualquiera escribe una guía. Esto sucede porque las sociedades tienen intereses, quien paga esa guía tiene intereses, y al final, salvo honrosas excepciones, acabamos teniendo guías viciadas y lejos de lo imparcial.
    En todo este galimatías de independencia caba el lector de la guía, mareado, cansado y sin rumbo. ¿Qué hacer? Pues como dices, ser crítico e imparcial y pedir a las Sociedades que no publiquen guías por publicar, sino que lo hagan con criterio de imparcialidad y contando con la mayor calidad y rigor posibles.
    ¡Un saludo Pilar!

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  2. Muchas gracias Josete. La verdad es que no tenía ni idea de cómo se elaboran estas guías, pero saber que pueden llegar a estar tan sesgadas no me gusta. La imparcialidad es algo bueno pero difícil de conseguir.

    Muchas gracias por tus palabras. Para mí es un honor que lo hayas hevho. Un abrazo muy fuerte ;)

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