miércoles, 18 de septiembre de 2013

La verdad olvidada

    Este sábado se celebra el Día Mundial del Alzheimer. Una enfermedad que, debido al aumento en la esperanza de vida, cada vez está adquiriendo una mayor relevancia. Los avances terapéuticos se van produciendo a cuentagotas, y la esperanza de encontrar una cura a corto plazo es muy tenue. A todo esto hay que añadirle el hecho, publicado recientemente, de que un médico de atención primaria no disponga del tiempo suficiente a la hora de hacer una correcta evaluación del paciente. 

     Según los resultados del primer 'Barómetro del cuidado del paciente con Alzheimer en España' del proyecto kNOW Alzheimer, el 75% de los médicos de AP no dispone del tiempo suficiente para evaluar en consulta el deterioro cognitivo. Sin un diagnóstico no es posible un tratamiento. Y en el caso del Alzheimer, como en la mayoría de las patologías, un diagnóstico precoz es sinónimo de mejoría en el bienestar del paciente. 

     Sabido es por todos que los médicos tienen el tiempo justo para evaluar y diagnosticar pacientes. En el caso de un paciente con deterioro cognitivo, ese tiempo de consulta debería multiplicarse. Con la crisis que tenemos y los presupuestos en salud tan ajustados, pedir ese incremento es una quimera. Ojalá viviéramos en un mundo ideal donde lo obvio es lo correcto. Pero por desgracia, no vivimos en ese mundo. 

     Es en este punto a donde quiero dirigir este post. En la figura cada vez más relevante del farmacéutico comunitario. Como profesional a pie de calle tenemos un contacto estrecho con nuestros pacientes. Son personas con las que convivimos durante años. Conocemos sus alegrías y sus penas. Nos cuentan su día a día y nos permiten alcanzar un nivel de confianza muy elevado. Vemos su evolución como personas con el paso del tiempo. Por eso, podemos ser el primer eslabón en la cadena en detectar un cambio en su forma de actuar. Podemos ver si empiezan a fallar en cosas tan simples como es saber si han cerrado con llave la puerta o si han olvidado tomar una u otra medicación. Se nos enciende una luz de alarma al ver que no son como solían ser. Un cambio se puede estar produciendo en ellos. Por supuesto, no estoy queriendo decir que podamos llevar a cabo ese diagnóstico precoz. Ni muchísimo menos. Sólo estoy diciendo que, con unas herramientas muy simples (pequeños tests de evaluación cognitiva) y una pequeña entrevista a nuestros pacientes, podemos detectar un cambio en las personas. Con esa información y una correcta comunicación con el médico de atención primaria, podemos hacer saltar las alarmas para que sean los médicos los que saquen un poquito más de tiempo en los pacientes que nosotros, los farmacéuticos, les estamos derivando. No es fácil saber que paciente va a padecer un problema de desarrollo cognitivo, pero si tenemos alguna pista al respecto podemos tener más posibilidades de que se haga un diagnóstico adecuado.  

     Desde este blog os animo a que conozcáis, si no lo conocéis aún, el proyecto Know Alzheimer. Un proyecto con una gran ambición y muy bien desarrollado en el que Sefac ha puesto toda la ilusión y las ganas del buen hacer. 

     Como ya sabemos, el saber no ocupa lugar. Pero para las personas con deterioro cognitivo ese lugar se les va cerrando poco a poco. Hagamos entre todos que no caiga en el olvido. 
www.afalapalma.org


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